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sábado, 21 de marzo de 2020

Crítica a Aurora (2019), de Miia Tervo

Aurora, de Miia Tervo
Nos sorprende el tipo de acercamiento de Aurora a un tema muy en boga. Un filme de Miia Tervo aparentemente basado en la problemática de los refugiados en Europa, y así se nos vendió, pero que trata realmente de asuntos que preocupan mucho a los finlandeses como el desempleo, la soledad o el alcoholismo, y otros universales, como la búsqueda del amor y el deseo de tener familia.

Ya Aki Kaurismäki ha explotado el tema del inmigrante en Le Havre (2011) y en El otro lado de la esperanza (2017) de manera sensiblera y seguro que Miia Tervo ha visto ambas.

La directora es de Rovaniemi, la misma ciudad en la que transcurre la película, dotándola de un marco de desarrollo con elementos argumentales sobre los que parece tener una experiencia de primera mano, como la falta de oportunidades laborales para los jóvenes, los escasos recursos económicos, el deseo de emigrar a la próspera y cercana Noruega, los desahucios y el ocio de los jóvenes.

Un ocio que parece que se reduce a emborracharse los fines de semana, a hacer fiestas en casa, ligar, hacer trompos en el hielo y cantar karaoke. De hecho así lo afirma la directora en la entrevista cuyo enlace ponemos más abajo.

El ritmo de la película es trepidante, se nota el impulso de una nativa de Rovaniemi, cuyos habitantes parecen mucho más dinámicos que los de otras partes de Finlandia. Nada es lento, y hasta las motos y los camiones se mueven con celeridad por el hielo, como si lo hicieran en una gran urbe del sur de Europa.

La película refleja muy bien el bullicio de la ciudad ártica en invierno, con sus fiestas en las que hay turistas extranjeros y finlandeses que pasan sus vacaciones de Navidad allí. El abuso del alcohol, las drogas y el sexo no la diferencian mucho de las juergas que se puedan disfrutar en Ibiza, donde corre el alcohol como disolvente universal y que acaba capturando a Aurora.

Escena de Aurora (2018), con Darian a la izquierda
Tervo ha dejado además mucha libertad para que los personajes sean ellos mismos, no se les notan manierismos o artificios que los hagan parecer sobreactuados, si bien se aprecian algunos errores de montaje que afectan a la interpretación, como cuando se ve la espalda flagelada del refugiado Darian y nadie se sorprende, y sin embargo después la persona que lo acoge siente gran pena porque ha leído su expediente de asilado y le ofrece casarse con él para evitar su expulsión del país.

La población extranjera en Finlandia es mucho menos numerosa porcentualmente en Finlandia que en otros lugares de Europa pero causa más impacto por la uniformidad de esa sociedad, especialmente en Laponia, donde trascurre la historia.

Es humorístico que Ulla, una de las mujeres con las que pretende casarse el refugiado protagonista, sea profesora de una escuela del sistema Rudolf Steiner, posiblemente la Rovaniemen Steiner Koulu. La directora la ridiculiza en su aspecto más doliente, llena de prejuicios, con una exaltación prorregufiados y un afán por las manualidades con la que crea varias situaciones aún más graciosas si se conoce esa institución educativa.


Kinky (Oona Airola) y Aurora (Mimosa Willamo)
Fuente: Internet, Dionysos Films
Ello le da una de las características de localismo de las que está llena la película, pero con una temática lo suficientemente europea como para que nos metamos de lleno y la disfrutemos y suframos a partes iguales.

El humor está presente en cada desenlace, contraponiendo la situación trágica, y aunque nos puede llegar a sacar alguna sonrisa, es una película profundamente centrada en el sufrimiento de Aurora, que se ve forzada a emigrar a Noruega por motivos económicos en medio de una situación familiar trágica.

La han desahuciado del piso donde vive junto a su padre y tienen que guardar los muebles en la casa de campo. Su padre ha vuelto a beber para ser acogido en una residencia sanitaria y llega a encontrarse con él cuando Aurora es ingresada con una crisis etílica. 

Esto la horroriza porque ve que su destino puede ser el mismo que el de su padre y decide tortuosamente tomar las riendas de su destino.

La crítica más ácida es para un estado que por un lado acoge a refugiados para proporcionarles una vida mejor pero por el otro descuida a los propios finlandeses.

En cuanto a la niña del protagonista masculino, es un elemento dramático necesario para que Aurora se sienta identificada e intente hacer algo para compensar su infancia y adolescencia perdidas.


Mimosa Willamo como Aurora
Aurora es la protagonista porque es su historia

La tragedia es la de la protagonista, a pesar de que algunos espectadores quieran centrarse en el refugiado por solidaridad y por la sensibilidad social de estos tiempos, pero no es más que una historia paralela y contrapuesta con la que Aurora se encuentra, no olvidemos el título de la película.

La historia de Darian es el relato emotivo que elicita en nosotros un sentimiento de compasión y solidaridad que nos abre emocionalmente para entender la historia de Aurora, a la que estamos a priori emocionalmente cegados por ser atractiva, joven y de un país desarrollado. A nadie le interesa el sufrimiento de un estereotipo de occidente ni reconocer las miserias de sus propios países.

Los prejuicios y la ignorancia de esta chica provinciana afloran en la conversación feminista que tiene con Darian sobre los hombres, a los que teme y desea. También en el desconocimiento que tiene del lugar de vacaciones de los señores en cuya casa cuida a una anciana que resulta ser un gran apoyo en su vida.

Finalmente esta “choni” finlandesa encuentra el amor, superando las barreras de sus prejuicios sociales y personales de mujer nórdica proletaria, feminista e inculta. 

Excelente película, por profunda y divertida. Realmente muy buen cine como contrapunto al que se hace habitualmente en Helsinki.



Club Onnela, en Koskikatu, Rovaniemi
La importancia de conocer el ambiente de esta película

Cuando uno quiere comentar o criticar algo conviene saber de quién proviene la idea; como mínimo si es hombre o mujer, su edad y sobre todo su nacionalidad, si no, podemos confundirnos de plano, porque el punto de vista que sobre el sol tienen los terrícolas no es el mismo dependiendo del punto del planeta desde donde lo observan.

En la película Aurora conviene tener muy en cuenta que la joven directora es nativa de Rovaniemi, la capital de la Laponia finlandesa, y que la acción transcurre en la misma ciudad, una ciudad de 62.000 habitantes en 2016, con una población mayoritariamente joven (el 81% es menor de 65 años), bastante cosmopolita en invierno debido al turismo (500.000 anuales) y con un bajo porcentaje de inmigración (4,7%), muchos de los cuáles son refugiados, pero con un gran impacto social debido a la tradición emigratoria finlandesa y la poca y reciente inmigración.

En 2018 buscaron asilo en Finlandia 4548 personas, de las cuáles 1996 no obtuvieron ni asilo ni permiso de residencia. La situación de Darian, el protagonista iraní, parece desesperada. Tiene una niña pequeña que depende por completo de él, por lo que el derrotismo que expresa decidiendo matarse o casarse parece que no es muy verosímil, a pesar de que la directora, Miia Tervo, afirmase que conoce un caso real similar.

Los inmigrantes integrados que aparecen en la película se llegan a comportar de una manera más severa con los recién llegados que los propios nativos finlandeses, y eso es algo que ocurre incluso en la propia España con la inmigración interior, por lo que éste sería también otro punto a considerar para entender la trama y la dificultad de integración. Aurora es una película profundamente europea, occidental e incluso universal a pesar de sus patentes localismos.


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Enlaces


Entrevista a Miia Tervo


Información poblacional de Rovaniemi


Leffa-arvio: Romanttisessa komediassa pakolaiselle etsitään suomalaisvaimoa





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